En palabras del propio Zizek, un acontecimiento es «algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas; algo que surge aparentemente de la nada, sin causas discernibles, una apariencia que no tiene como base nada sólido»; es, por consiguiente, «el efecto que parece exceder sus causas». Un acontecimiento no solo reconfigura el presente y habilita un futuro impensable sin él, sino que redimensiona y articula el pasado que lo precede para que este pasado pueda abrazarlo, encajarlo, explicarlo. Así ocurre con el amor, con la iluminación religiosa, o con esos filósofos (Platón, Descartes, Hegel) tras los cuales nada puede volver a ser lo mismo. Una pregunta va formándose de manera insidiosa en nuestras mentes a medida que avanzamos en la lectura de este sugerente ensayo: ¿sigue siendo posible a día de hoy la irrupción de un acontecimiento, especialmente a nivel político? ¿Puede suceder algo nuevo en un mundo inmerso en el cambio continuo?