Después de la Revolución Industrial las guerras no solo se pelearon en los frentes de batalla sino también en las fábricas y los laboratorios. La tecnología cambió el curso de los conflictos armados. ¿Cómo hubiese terminado la Segunda Guerra de haber construido Alemania la bomba atómica? ¿Por qué algunas de las mentes más brillantes de la ciencia prestaron sus servicios al Führer convirtiéndose en ¿los armeros de Hitler¿? ¿Por qué un grupo de físicos, ingenieros y técnicos decidieron trabajar para ideólogos que esgrimían teorías racistas basadas en pseudociencias o hipótesis de dudosa consistencia fáctica? ¿Por qué miles de médicos colaboraron con la Solución Final utilizando a seres humanos como si se tratase de cobayos? Plantearlo así es escalofriante, sin embargo científicos de la talla de Werner Heisenberg, Karl F. von Weizsäcker, Johannes Stark, Wernher von Braun, entre muchos otros colaboraron, con mayor o menor entusiasmo, con un régimen autoritario y perverso. Una vez derrotado el Reich, estos hombres buscaron las más variadas razones para justificar su adhesión. ¿Por qué lo hicieron? Entender estas mentes es una forma de comprender el mundo que nos rodea y la fragilidad del futuro que nos espera. Las historias de estos profesionales terminaron en insólitas derivaciones aun en nuestro país, donde técnicos y profesionales que habían apoyado al régimen nazi encontraron refugio y apoyo para el desarrollo de sus actividades ¿científicas¿. En más de una oportunidad sus actos terminaron en escándalo. Este libro cuenta la historia de los hombres de ciencia que colaboraron con el nazismo y también de aquellos que lucharon contra las políticas de Hitler. En estas páginas se relata la intrincada relación entre ciencia y política, poder y conocimiento, la fundación mítica de una ideología y el pragmatismo fáctico de una tecnocracia que permitió a una nación dominar a Europa a pesar de la metodología perversa y cruel con la que desarrolló su conquista.