El antiestatismo, con sus imágenes de instituciones vetustas y corruptas, se ha vuelto una consigna tan potente como lo fue la del Estado presente hasta hace unos años. La realidad de la Anses, la mayor caja de la administración pública y la mayor base de datos de la población argentina, va a contrapelo de esas narrativas de ineficacia y discrecionalidad. Ícono de la modernización de los noventa y de la reconstrucción posterior a la crisis de 2001, la Anses lleva adelante políticas públicas claves para la estabilidad democrática. De la AUH a las jubilaciones y moratorias, de los créditos Procrear a los bonos de emergencia, esta burocracia gigantesca muestra más que bruscos cambios de timón cómo se construyen capacidades estatales y cómo se intenta gobernar una sociedad cada vez más fragmentada.