Mientras se somete a una serie de hábitos tan argentinos como el mate, la siesta y los partidos de truco con los muchachos, Isidoro Vidal se va dando cuenta de que está dejando de ser joven. Al mismo tiempo, lo acecha una serie de crímenes violentos; asesinatos y secuestros que tienen en común la edad de las víctimas y argumentos tan polémicos como el crecimiento desenfrenado de la población.