Eisejuaz es una novela tan heterodoxa y fascinante como Zama y tiene algunos puntos en común con ella: las dos son obras que, silenciosamente, iluminan un camino inexplorado en la literatura argentina y, por lo tanto, crean nuevos lectores. Son novelas hermanas. En cuanto a la construcción del texto también se pueden hacer analogías en esa gramaticalidad alterada, en las frases cortas, los diálogos lacónicos, los discursos interrumpidos, los párrafos exiguos. Sin embargo, donde Di Benedetto trabaja profundamente en la colocación de adjetivos, Sara Gallardo propone un lenguaje aún más depurado y, por consiguiente, extraño: "Y nada no pasó. Ni paró la lluvia. Puse a cocinar el pescado, y nada". Como muchas de las obras modernas, Eisejuaz parece estar narrando aquellas cosas que no deberían ser contadas, el resabio de las acciones.