Este libro intenta responder una pregunta que el lego no cesa de formular: ¿Cómo se sopesa una filosofÃa? La obra consta de una protesta, una propuesta y respuestas a algunas cuestiones filosóficas descuidadas. La protesta se refiere a las doctrinas que bloquean el progreso del conocimiento. La propuesta es medir las filosofÃas por lo que ayudan a investigar o actuar. ¿Cómo evaluamos las filosofÃas? Nadie parece haberlo averiguado para evaluar los méritos a fondo. En todo caso, no parece haber criterios objetivos y generalmente aceptados. La adopción de un sistema filosófico no suele resultar de una larga y angustiosa deliberación sino, más bien, de una combinación de predisposición con necesidad y oportunidad, suelen aceptarse o rechazarse, en todo o en parte, sin emplear criterios claros y objetivos. La evaluación de esas teorÃas suele ser intuitiva, utilitaria o incluso emotiva. Por ejemplo, el idealismo fue la filosofÃa del establishment en Occidente durante el siglo XIX porque era parte de la contrailustración. Marx y sus discÃpulos admiraron la dialéctica de Hegel, por creer que, como dijo Lenin, es «el álgebra de la revolución». Los constructores del Brasil moderno tomaron del Comte maduro su consigna Ordem e progresso, porque resumÃa el ideal de los terratenientes ilustrados. El neotomismo fue una tentativa de rejuvenecer la filosofÃa oficial de la Iglesia Católica. En definitiva, las teorÃas filosóficas no suelen adoptarse o rechazarse por sus méritos conceptuales, empÃricos o morales, sino por tradición, intereses polÃticos o afinidad temperamental, ninguna de las cuales es una buena razón.