Luego de las guerras políticas que han asolado a Macondo, y, cuando se anunciaban públicamente días de paz, y tranquilidad, comienzan a aparecer en los muros unos papeles que revelan secretos y verguenzas, verdaderos y falsos, de las gentes del pueblo. Poco después cae un diluvio bíblico y el alcalde decide elegir una víctima propiciatoria. Pero nadie se oculta la verdad: los carteles son obra de todos y todos descubren en ellos sus propias culpas.