Al cumplir dieciséis años, su padre le recordó que debía casarse con la hija de un conocido tallista de piedra de la lejana Vichegrado, a orillas del Drina, con quien tiempo atrás se había concertado la boda. La muchacha se llamaba Bruria y nadie la había visto, hasta la fecha del casamiento, con este inicio, se desata su propio viaje personal y sellar su destino con el amor.