La unidad de la condición humana, especialmente bajo la égida de la dimensión simbólica, es esta capacidad propia del hombre de crear sentido y valor, de establecer el lazo social, implica la diferencia a la vez colectiva e individual, es decir la sucesión de las culturas y en su seno las maneras singulares en que los individuos se las apropian. Las percepciones sensoriales, donde el sentimiento y la expresión de las emociones parecen emanar de la intimidad más secreta del sujeto, sin embargo, no son menos social y culturalmente modeladas. Los gestos que nutren la relación con el mundo y pintan su presencia, no surgen de una fisiología pura y simple, no de una sola psicología, una y otra se enredan con una simbología corporal para darle sentido, ellos se nutren de una cultura afectiva que el sujeto vive a su manera. Tal es el contenido de este libro.