"Sembré dragones y coseché pulgas", se lamentó Marx. Pero León Trotsky y Vladimir Lenin quisieron ser y fueron dragones. Ellos discutieron cómo dirigir un proceso de transformación radical y Alejandro Horowicz lee su debate desde el siglo XXI, desafiando sin nostalgia y con preguntas nuevas el desprestigio que hoy asedia a la revolución como problema y la desconsideración que rodea a los pensadores revolucionarios. Muestra que estamos volviendo a librar batallas que se habían ganado en la praxis social y en lo conceptual, pero se perdieron por "la derrota obrera y popular, el continuo avance de la derecha, los 'olvidos' de los académicos". Hace cinco años, Horowicz publicó El huracán rojo. De Francia a Rusia 1789-1917. Aunque es un libro independiente, Lenin y Trotsky puede leerse como su continuación, en el giro feroz de estos años, cuando la lectura crítica de ciertas ideas políticas está casi cancelada. Horowicz insiste en la urgencia de revisar con ojos nuevos el linaje de la revolución, no porque "todo tiempo pasado fue mejor" ni por amor al mármol, sino porque es demasiado claro que si no transformamos radicalmente el mundo, el capitalismo puede amenazar la vida en el planeta.