Dibujé estas historietas a fines de los años 80 y principios de los 90, antes de convertirme en una humorista seria. Durante mucho tiempo estas páginas me resultaron impresentables, pero no porque fueran sobre sexo sino por cuestiones estilísticas que ya no me preocupan tanto. Hoy rescato la frescura irreverente y el erotismo -algo ingenuo en muchos casos- que las mantienen vivas. Pero sobre todo envidio la pasión con la que fueron hechas, robándole horas a todo y exponiéndome a lo que fuera.