Mariana ya es una nena grande. O al menos eso es lo que dice mamá. Pero algunas veces solo es una nena. Ni grande, ni nada. Sobre todo esas mañanas en que su cama aparece mojada, como si se hubiera hecho pis. “¿Qué pasó?”, pregunta furiosa su mamá. Pero Mariana le responde: “Yo no fui, fue Picarona”.