Hay una enseñanza ética en la obstinación de Norma Morandini en distinguir entre el dolor personal y la historia colectiva, la cólera y la venganza. Y una semilla de esperanza: el abrazo de un encuentro casual, los diálogos sinceros entre enemigos del pasado que ahora saben escucharse y respetarse. Lo que hace de este pequeño libro un gran aporte a la democracia de los argentinos».