«Veo mi vida pasar al ritmo aletargado de un reloj de arena gigante. En el primer granito de arena de la historia tengo catorce años y empiezo a debilitar mi cuerpo a fuerza de voluntad. Me siento fuerte porque puedo dominar el hambre y empiezo a ponerme irreversiblemente triste porque entiendo que mi vida cambió. Entiendo, de algún modo que no puedo explicar, que mi sistema emocional dependerá para siempre de mi relación con la comida. Es una pelota imantada que arrasa con mi personalidad y me vacía, se mete en cada terminación nerviosa, en cada molécula, desarma mis frágiles prioridades de adolescente insegura y lo único que deseo es ganarle al hambre, dejar de comer, tender a cero». «Luciana Cáncer convierte el miedo y el trauma en joyas verbales, en pepitas frágiles de dolor, hambre y combustión corporal. La literatura como redención, sí, pero también el corazón como protesta, la ilusión como belleza en miniatura, los paisajes de una vida ofrecidos a la sensibilidad herida del lector». Santiago Llach «Crudo, pero no morboso; conmovedor y triste, pero no cursi. Una voz clara, fluida, poderosa que, aun cuando se trata de una historia muy personal, narra sin autoconmiseración ni autocomplacencia». Leila Guerriero