Hay veces en que la muerte le otorga sentido a la vida, y hasta la embellece... Esta historia es vital por el afán de supervivencia, las ganas de proseguir y también de saber terminar. Contada en dos tiempos Patagonia profunda, 1966 y el barrio de Villa Crespo, 2019, los capítulos se van alternando hasta encontrarse. Una familia en la Patagonia, en una escuela de frontera, advierte que no entierran a los muertos y la montaña se los quiere sacar de encima. En un barrio de Buenos Aires, una madre soltera sale a buscar ayuda para cavar un pozo en la madrugada; la medianoche anterior, su pequeña hija, al borde del sueño, conversa con sus amigas sobre el entierro del gato. Tres historias que se alternan, una novela trenza. La vida no es sin la muerte, pero la infancia es para siempre.