Luis Gusmán es uno de los narradores fundamentales de la generación del sesenta. Novela inolvidable, "Villa" narra la tragedia de un hombre que, acomodándose a los vaivenes políticos, parece ignorar hasta el final su participación y responsabilidad en esa Argentina violenta del final del gobierno de Isabel Perón y de la dictadura. Constituye un relato ejemplar de nuestra historia vista por un amoral que no guarda recuerdo de las traiciones y concesiones que acumuló en su vida. El protagonista se definirá a sí mismo con precisión: "Donde me daban lugar, me quedaba". Durante el gobierno de Illía ingresa a trabajar al Estado, en el área de bienestar social. Un hombre clave en su carrera, Firpo le aconseja estudiar medicina. Se recibe entonces de médico. Sin llegar a ser respetado, escala en su repartición. Supone que está al margen de los vaivenes de la época, la primera mitad de la década del setenta, pero se equivoca. El Ministro de entonces es López Rega, el clima es irrespirable. De todas formas, se acomoda a la situación. Pero la Historia no es inocente, y aquella sentencia, "donde me daban lugar, me quedaba", se vuelve una trampa. Los militares están en el poder, y los médicos al servicio del Estado pueden cumplir funciones que nunca hubieran imaginado.