Papá canta el arrorró, pero su niña le responde con otras estrofas. Se crea así un divertido duelo verbal en el que ella invoca la ayuda del búho, la lechuza y otros animales nocturnos, mientras el padre menta al yacaré, el puma y otros animales diurnos. Al acudir al recital de las ranas, solo allí, la niña será vencida por el sueño.