¡Guau! ¡Brruuuummm! ¡Chap chap! ¡Crunch! Al incluir estas palabras en las páginas de los diccionarios, los lexicógrafos nos han hecho creer que las onomatopeyas son palabras corrientes. Quien las oye atentamente descubre al instante la verdad: las onomatobellas son poemas. La autora, con su emocionante manejo del lenguaje y su torrente de imaginación, nos invita a descubrir la poesía que hay en el corazón de las onomatopeyas. En el viaje la acompañan las explosivas ilustraciones de Roger Ycaza.