Cinco Cruces es un pueblo del Norte de la Patagonia que se dispone a festejar sus primeros cien años de vida. Y como es normal, el intendente prepara una gran celebración, que incluye la realización de un documental que cuente la vida y obra de las cinco personas más destacadas de la localidad. Un relato feliz que se corona en un presente venturoso, y que justifica el eslogan de la intendencia: "La gran hora de los pueblos chicos". Ese es el telón de fondo, a partir del cual se cruzan dos historias diferentes, la de Rosana, una empleada doméstica que pierde a su hijo en un accidente de la ruta y emprende una batalla solitaria contra el poder; y la de Miguel, un guionista oriundo de Cinco Cruces, que trabaja en la de televisión Buenos Aires, y que es contratado para realizar el documental del Centenario. Ambas personajes traen a la superficie dramas que el intendente prefiere evitar. El reclamo de Rosana, su demanda de justicia, recupera las historias de otros muertos en accidentes, a lo cual se sumará la extraña desaparición de dos jóvenes de la localidad. Las entrevistas de Miguel irán develando poco a poco otra faz inquietante: la de un pequeño pueblo asediado por una gran empresa minera. Maristella Svampa ha escrito un libro que se suma a la gran tradición de la novela política argentina. Es decir, aquellas novelas que narran cómo la política irrumpe en la vida de una sociedad y la altera para siempre. Bajo el tenue manto de un relato costumbrista, y sin condescender nunca al estridente género de la denuncia, Donde están enterrados nuestros muertos es una ficción que hace literatura con los conflictos urgentes del presente. No el presente al que aspiran el poder político o empresario, sino, justamente, aquello que esos poderes quieren ocultar.