Mark Rothko (1903-1970) era un gran defensor de la total libertad de expresión del artista y rehuyó las clasificaciones y cualquier intento de interpretar sus cuadros. Aunque se le considera una figura clave del expresionismo abstracto, que se formó en la ciudad de Nueva York, Rothko rechazaba las etiquetas e insistía en la creación de «una experiencia plena entre pintura y espectador». Tras una etapa figurativa, Rothko desarrolló sus emblemáticos lienzos de bloques de vivos colores en rojo, amarillo, ocre, marrón, negro o verde. Subrayó que no había eliminado la figura humana con esos brillantes y vívidos espacios de color, sino que la había sustituido por símbolos o formas que contenían toda la tragedia de la condición humana. Al mismo tiempo, atribuía explícitamente al espectador el poder de interpretar su obra. Según decía: «Un cuadro vive en compañía, expandiéndose y cobrando vida ante los ojos del espectador sensible». Desde sus tempranos inicios hasta sus campos de color más famosos, este libro descubre la inteligencia e influencia de la obra dramática, íntima y revolucionaria de Rothko.