Cría de asesinos marcó el retorno de Andrés Rivera al cuento, género que cultivó como pocos en la literatura de habla hispana. Y se trata de un libro excepcional: siete relatos escritos con su inimitable estilo hecho de parquedad y silencios, en los que la violencia y el erotismo imponen su sello. Rivera extrajo del lenguaje lo imprescindible para exponer lo esencial de una situación, un personaje o un puñado de hechos. La perversa iniciación sexual de un abogado, en medio del terror de la última dictadura argentina. Un gerente de banco de provincia y su inquietante genealogía. Las íntimas miserias de una madre y su hija. El ascenso económico de un emigrado judío en los telares de Villa Lynch durante el primer peronismo. Una hija de Alemania y la sumisión a ella de dos argentinos. El reencuentro entre un hombre que acaba de salir de la cárcel y una mujer que viene a ofrecerle sexo y un encargo ineludible. La cruenta parábola de dos jóvenes marginales cordobeses. Como toda la obra de Rivera, estos relatos proponen un cruce entre el pasado y el presente, lo público y lo privado, la dignidad y la traición, la política y la sociedad.