Los pensamientos de la identidad suelen ser solidarios con las políticas utópicas. Los pensamientos de la multiplicidad, por el contrario, suelen preferir las micropolíticas. Mientras las macropolíticas aspiran a transformar el mundo, las micropolíticas apuntan a conseguir transformaciones a nivel molecular: instituciones, relaciones personales, prácticas grupales no piramidales. Se trata de lograr aplicaciones no coercitivas del poder, resistencias creativas, acciones liberadoras mínimas, cotidianas, constantes, personales y sociales. Esta postura militante es coherente con la concepción teórica de Foucault, donde la verdad surge de las prácticas sociales de cada cultura. Esto es, de los dispositivos de poder. Dichos dispositivos semejan redes por las que circula el poder. Poder que no se posee, que se ejerce y que configura un reticulado en el que todos participamos. La trama del poder es densa en algunas zonas y rala en otras. Las ramificaciones de la red funcionan como vasos comunicantes. Esto posibilita que, en caso de movilización, el poder se perturbe, incluso desde zonas que se suponen faltas de poder.