En mitad de la noche, alguien llama por teléfono a Daniel Quinn, un escritor de novelas policiales que firma bajo pseudónimo y que, descorazonado, ha renunciado a su carrera como poeta. La voz al otro lado de la línea pregunta insistentemente por un investigador, un tal Paul Auster, porque quiere encomendarle una misión. Quinn decide dejarse llevar por la casualidad y asumir la identidad del detective, como si se tratara del protagonista de una de sus novelas.